Dos estudiantes de la Facultad de Filosofía participaron en misiones y trabajos de invierno al servicio de Chile

11 de Agosto 2025

Alrededor de 1.500 jóvenes de la Pastoral UC participaron durante diez días en misiones y trabajos de invierno en 48 localidades de Chile, compartiendo la fe, reconstruyendo comunidades y anunciando esperanza. El rector Juan Carlos de la Llera destacó que este tipo de acciones encarnan la esencia de la Universidad: “transformar vidas”.

Lucas Penaylillo y Benjamín Hinojosa, estudiantes de la Facultad de Filosofía.

Durante diez días de julio, más de 1.500 jóvenes, entre universitarios y escolares, se desplegaron por 48 localidades del país, desde Coquimbo hasta Los Lagos, llevando compañía, fe, ayuda concreta y alegría a cientos de familias a través de los proyectos Misión de Vida, Trabajo País, Siembra UC y Coro Misión País. Esta cruzada solidaria forma parte del compromiso y profundo sentido de servicio de la Pastoral UC, los estudiantes de la Facultad de Filosofía y la comunidad universitaria.

Organizados por la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana de la Pontificia Universidad Católica de Chile, los estudiantes de Filosofía Lucas Peñaylillo y Benjamín Hinojosa, junto a otros jóvenes, dejaron sus vacaciones de invierno para embarcarse en un viaje transformador: reconstruir espacios comunitarios, compartir el mensaje del Evangelio y construir relaciones humanas profundas con personas muchas veces invisibilizadas.

“Esto está absolutamente alineado con lo que queremos dejar como legado en la Universidad. Lo más lindo de todo esto es que nace espontáneamente de ellos, de estos jóvenes, no hay nadie que los empuje a hacer esto y esa riqueza que tiene la Universidad es algo que se tiene que realmente potenciar”, señaló el rector Juan Carlos de la Llera tras visitar uno de los campamentos misionados en Valparaíso.

“Quiero agradecer particularmente a los coordinadores porque ha sido un trabajo maravilloso. El trabajo es todo de ustedes, completamente de ustedes. Dios nos bendice mucho todos los días y nos bendice con gente como ustedes, que siendo muy, muy capaces, hacen parecer que cada uno de nosotros somos pequeños al lado de lo que hacen, de lo talentosos que son, de lo buenos que son también para poder responder al llamado de Dios y nos demuestran que todo se puede, que lo que soñamos lo podemos hacer”, expresó la directora de la Pastoral UC, Ángela Parra, a los estudiantes universitarios que han coordinado estas actividades.

Una Iglesia viva entre cerros y campamentos

En Altos de Chorrillos, en Viña del Mar, la comunidad vio reconstruida su capilla Laurita Vicuña gracias a los voluntarios de Trabajo País. “Estas capillas en los cerros no solo cumplen una función de culto, sino también son parte de la organización social del lugar”, explicó el padre Claudio Ríos, párroco de la zona.

La reconstrucción de este templo, afectado por termitas, permitió que la comunidad recuperara un espacio vital para actividades sociales, litúrgicas y de encuentro. “Los vecinos se comprometen mucho, tienen esa conciencia social, trabajan unidos católicos y evangélicos, todos colaboran”, relató el sacerdote.

Benjamín Hinojosa, estudiante de nuestra Facultad, también destacó el cariño con el que los recibió la comunidad y los lazos que formaron en el tiempo que compartieron: “Juntos pudimos hacer una lectio divina, un bingo, celebrar cumpleaños, etc. Creo que fuimos muy afortunados, ya que estaban con el corazón muy dispuesto a escuchar el mensaje del evangelio, y más allá de eso, creo que nosotros como voluntarios terminamos siendo testigos de Cristo, y fuimos nosotros los que terminamos por convertir nuestro corazón”.

Así, Benjamín confirma el motivo que lo llevó a unirse a la Pastoral: encontrar un ambiente acogedor, donde se formen amistades y lazos profundos en torno a la fe. “Lo que más me motiva es el ambiente que se forma en estos proyectos. Cuando hablo de esto, me refiero al ambiente en su conjunto: amistades, risas, introspecciones y encontrarme a un Jesús vivo que lo permea todo (…) Cada vez descubro nuevas personas, experiencias y regalos que Dios me va revelando. Creo que lo que más queda presente en mí luego de ir a los proyectos son las amistades en Cristo, amistades con sentido que te empujan hacia Dios y a ser mejores, como también la relación personal de Jesús con cada uno de nosotros.”

En Reñaca Alto, la comunidad del campamento Naciones Unidas fue otra de las beneficiadas. “Han puesto un granito de arena en cada casa. Han venido de casa en casa, tocando puertas, hablando de la Palabra. Nos han hecho sentir que no estamos solos”, contó emocionada Lorena Shirley Lozada, vecina del sector que llegó desde Colombia a Chile hace 14 años.

La misión que transforma a todos

Felipe Mena, estudiante y coordinador de Misión de Vida, compartió que “venir a estos proyectos te da una alegría gigante y verdaderamente te transforma, te cambia la vida”. Para él, el impacto de estas iniciativas es tan profundo como bidireccional: los voluntarios dan, pero también reciben.

Lucas Peñaylillo, estudiante de Filosofía, cuenta de qué manera la misión influyó en su vida espiritual: “Participar en las misiones impactó en mi vida espiritual al mostrarme cómo otras personas vivían la fe, lo que me dio tanto buenos como malos ejemplos, de los cuales se sacan siempre moralejas; al darme algunas herramientas para vivir mejor la fe; y, también, al enseñarme a agradecer por lo que tengo y aceptar humildemente todo lo que Dios me ha dado”.

Clara Mardonez, también estudiante UC y coordinadora de Misión de Vida, enfatizó el poder de la oración en la experiencia misionera: “Nos enfocamos mucho este año en poder hacer a Dios presente en medio de la misión. Creemos que el primer paso para lograr eso era que Dios estuviese en el centro, con invocación al Espíritu Santo, rezar, recuperar la oración en las casas”.

Además, Mardonez hizo un llamado a que todos se acerquen a la Pastoral UC: “Nosotros también acogemos con los brazos abiertos a gente que puede no ser católica. Hay gente que es católica, pero con dudas, o no tan practicante. Esta experiencia invita a profundizar en la propia vida, a salir al encuentro del otro”.

Tanto Mardonez como Peñaylillo coinciden en que estas misiones son una invitación abierta: acogen a quienes no son católicos, a quienes tienen dudas o viven la fe de forma menos activa. Y animan a todos los estudiantes a no abandonar sus inquietudes religiosas: “Si tienen la oportunidad, prueben al menos una de estas misiones… y sigan buscando, dentro o fuera de la Universidad, una manera de formarse, teórica y prácticamente, en el camino que es Jesucristo”.

Viviendo la filosofía en clave de fe

Otro aspecto importante que ambos estudiantes de Filosofía desean visibilizar con su trabajo en el voluntariado es que la fe y la razón filosófica no necesariamente son incompatibles. Hinojosa explica que para él la fe es “un agente que ilumina la razón, y la razón ayuda a la fe a expresarse y a integrarse en la vida humana de manera más plena. (…) Cabe decir que la fe no exige una falta de racionalidad y que creer en la posibilidad de conocer una verdad universal, no es la conclusión de una creencia o razonamiento determinado, sino que es el punto de partida para establecer un diálogo por parte de quien profesa dicha creencia”. Así, vive esta “tensión” entre ambas disciplinas como una búsqueda que le permite “conocer, discernir y reflexionar acerca de mi vida espiritual y mi quehacer como estudiante.”

En ese sentido, Peñaylillo agrega que “la vivencia de la fe es totalmente coherente con la razón filosófica, pues la fe es un conocimiento certísimo que, precisamente, ayuda al buen uso de la razón filosófica en el descubrimiento de la verdad, teórica y práctica”. Así, ante un posible enfrentamiento, explica que prefiere “aceptar con humildad las verdades de fe que Cristo enseñó y confirmó, así como las que la Iglesia por Él instituida ha ido explicitando y profundizando. Desde ahí, cualquier disputa filosófica queda bien orientada: la verdad ya la conocemos, solo falta comprenderla mejor”.

Universidad y país: una vocación compartida

Para el rector De la Llera, este tipo de actividades encarnan el verdadero sentido de la Universidad: “La misión de la Universidad, por supuesto, es formar para que las nuevas generaciones se capaciten en disciplinas, entre otras cosas. Pero una misión muy importante es transformar vidas a través de lo que uno hace”.

La autoridad universitaria también subrayó la importancia de conectar con la realidad profunda del país: “Esto que está acá es Chile, y la Pastoral te saca de esas zonas de confort. Tenemos la responsabilidad de entregar mucho más de lo que hemos recibido”.

A través del compromiso de los jóvenes de la Pastoral UC, se hizo visible una Iglesia viva, joven, creativa y profundamente comprometida con la transformación social y espiritual del país. “Esto es lo que más necesita Chile en este minuto. Darse cuenta de que no todas las cosas que ocurren son negativas, sino que hay gente demasiado comprometida por hacer de este, un país más justo, mejor, más equitativo”, dijo el rector.